La evolución humana nos ha llevado, explica Manel González, licenciado y Doctor en Medicina y Cirugía, a contar con una adaptación genética orientada hacia la actividad física: los "genes ahorradores metabólicos", que aprovechan todo lo que ingresamos en cuanto a comida. "Estamos preparados para que un músculo utilice energía (el ser humano es una máquina diseñada para el movimiento) y, si no lo hacemos, acumulamos grasa", detalla.
Hemos pasado de ser genéticamente activos a pasivos, destaca, señalando que esto también ha generado en otros problemas en cuanto a patologías crónicas porque la población está cada vez más envejecida, hay más obesidad y menor actividad física que en los inicios de la humanidad como tal, cuando eran cazadores y recolectores.
Una vez sabemos esto, plantea el jefe de la Unidad de Medicina del Deporte Xarxa Santa Tecla Sanitària i Social de Tarragona, podemos concluir que la inactividad física está relacionada con otros problemas como las enfermedades cardiovasculares o pulmonares. Por ello, se debe poder cuantificar el ejercicio físico en intensidad, tiempo y volumen (de forma objetiva en ‘mets’) para conocer cuánta energía consumimos al hacer determinadas actividades: hacer una carrera suave, por ejemplo, resulta un gasto cinco veces mayor a estar sentado.
"En función de la edad y el sexo, tenemos una previsión de capacidad física y, cuanto más somos capaces de generar energía, la mortalidad es menor", clara, poniendo el acento en que si metemos en la ecuación las patologías crónicas, el riesgo de muerte de las personas que tienen actividad física es mucho menor y que si lo clasificamos con el índice de masa corporal, este es menos influyente: "Importa más la actividad física que el peso o sobrepeso".
Como se puede calcular la intensidad y el volumen de la actividad física, enfatiza el doctor Manel González, podemos utilizar el ejercicio físico como fármaco para determinados problemas. Primero necesitamos un diagnóstico y saber si el paciente es susceptible de adaptarse a este programa, aunque no es el mismo para todos.
Este depende de muchos factores como su nivel de actividad (deporte profesional, deporte de élite, deporte de competición, deporte recreacional, sedentarismo) o su problema (obesidad, HTA, dislipemias, diabetes, asma, disnea, estudios de crecimiento, cardiopatías, cáncer…).
Este modelo de "prescripción de fármacos" que pretende implantar Manel González sería similar a ir al médico porque te duele la cabeza: igual que cuando te recetan un ibuprofeno vas a una farmacia a comprar, lo mismo con el ejercicio físico. Tenemos que generar 'farmacias' para que las personas vayan con su programa específico realizado por niveles o por patologías.
"Habrá que darle una 'receta', que sería un informe médico, para realizar la actividad física", explica, apuntando que el tratamiento sería un consejo de actividad física y una prescripción de los ejercicios a realizar mediante consejos breves, educación individual o grupal, interconsultas con especialistas (médico del deporte) y, en un punto más alto, derivación a programas de ejercicio físico saludable.