No hay dudas en que estos meses de junio, julio, agosto y septiembre son los más adecuados para disfrutar de una buena caminata, ya sea en compañía o en solitario para reflexionar o conectar con la naturaleza. Bien sea con el llamado 'senderismo' o con un simple paseo, el verano ofrece las mejores condiciones para salir de casa a hacer el ejercicio deportivo por excelencia.
Evitando las horas centrales del día cuando más aprieta el calor, planificando las rutas, hidratándose lo suficiente y protegiéndose tanto la piel (crema solar) como la cabeza, así como utilizando ropa cómoda y transpirable, tendremos una placentera experiencia con la que olvidarse de la rutina. Aquí van cuatro ideas para comenzar en Logroño, aunque también es interesante ir descubriendo caminos y parajes por uno mismo.
Logroño – Oyón - Logroño (11 kilómetros - 2 horas – dificultad media)
Aprovechando la reciente reforma de la cuesta de Pavía, ya se puede ir a Oyón con completa seguridad sin miedo a la circulación rodada y sin tener que recurrir al camino viejo. Son poco más de cinco kilómetros con la única dificultad de la citada cuesta. Poco después de doblar por donde se encontraba el Imperial Montesol, podemos coger un camino a mano derecha que nos llevará por un polígono industrial hasta el centro de la localidad.
Vía Romana del Iregua (8 kilómetros – 1,30 horas – dificultad baja)
Partiendo desde Puente Madre, podemos hacer los primeros kilómetros de la Vía Romana del Iregua caminando junto al río. El paisaje, sobretodo en estos meses de verano, es fantástico. Una vez pasado por debajo del puente de la autopista, apenas un kilómetro después, veremos un cruce de caminos, en el cual, si siguiéramos recto acabaríamos en Alberite un par de kilómetros más arriba. Cada uno puede decidir por dónde ir, pero quizás sea más recomendable girar a mano derecha hasta volver a cruzar la autopista, esta vez por arriba, y tomar el camino viejo de Alberite de vuelta a Logroño.
El Campillo (6 kilómetros – 1,15 horas – dificultad baja)
Un buen recorrido si no tenemos mucho tiempo libre una tarde cualquiera es coger el Parque del Ebro y dirigirnos hacia el oeste hasta el Puente de Sagasta, el de más reciente construcción. De allí si queremos podemos asomarnos a la Ermita del Cristo, que está a un paso, o atravesar el puente, pasar el ferial y girar a la altura de la gasolinera. Desde ahí, poco más de un kilómetros de agradable paseo hasta el Puente de Piedra, por donde podemos regresar al punto de partida.
Monte Cantabria (6,5 kilómetros - 2 horas – dificultad alta)
Si eres logroñés y nunca has subido al monte Cantabria, no sabes lo que te estás perdiendo: sin duda, las mejores vistas de la ciudad. Claro que, por definición, un monte “cuesta”. La forma de llegar no es demasiado complicada: una vez cruzado el Ebro, nos dirigimos por el pozo Cubillas, hasta llegar a un cruce hacia el norte, donde nos encontraremos los huertos municipales. Desde allí, seguimos el Camino de Santiago en sentido inverso hasta que veamos el cruce para el ascenso a mano derecha. La vuelta la podemos hacer por donde hemos venido, o bien por detrás, por un camino menos cuidado, que nos lleva al camino de Viana.
Lardero (9 kilómetros – 1,40 horas – dificultad media)
Lardero es casi como Roma: todos los caminos te llevan a la ciudad dormitorio por excelencia de Logroño. Vamos a usar el camino más fácil. Tomamos el Camino Viejo de Alberite a la izquierda de la gasolinera de Las Gaunas, y, a partir de ahí, todo recto, pasando por el puente que cruza la autopista. La vuelta la podemos hacer girando a mano derecha en las escuelas para coger el Camino Viejo de Logroño. Cuesta arriba a la ida, pero muy leve.
La Grajera (14 kilómetros – 2,30 horas – dificultad media)
La suerte que tenemos los logroñeses de tener un parque de tal belleza... y habrá alguien que todavía no se haya atrevido a conocerlo. La forma de llegar es bien sencilla: basta con seguir el Camino de Santiago, perfectamente señalizado con sus flechas amarillas. Desde el Labrador tenemos algo menos de seis kilómetros hasta llegar al pantano. Una vez allí, es aconsejable la vuelta al mismo. Son poco más de tres kilómetros, pero que lo compensaremos viendo gamos en semi-libertad, ardillas, y unas vistas fantásticas a mitad de recorrido. La pequeña cuesta de acceso al parque es la única y leve dificultad.