"La característica natural del ser humano es el movimiento. Y para moverse, no necesita nada más que su cuerpo. No le pongamos tantas barreras". Es la afirmación que realiza José Antonio Casajús Mallén, especialista en Medicina de la Educación Física y del Deporte, para apuntar que el ejercicio físico también es medicina: "Es una frase muy bonita, pero todavía tiene poca penetración en el campo sanitario".
Entre sus objetivos está incluir el ejercicio físico en los tratamientos médicos, la prevención primaria y secundaria, así como en los planes de estudio de los estudiantes de medicina y profesiones sanitarias (esto último más a largo plazo). Casajús cree que la prescripción del ejercicio físico debe partir desde un diagnóstico y eso lo debe realizar el personal sanitario. A partir de ahí, debe haber unos profesionales que sepan desarrollar ese cuadro de recomendaciones.
"Hay que diferenciar con claridad la actividad física y el ejercicio físico", resalta este catedrático de la Universidad de Zaragoza y presidente de la Red española de Investigación en Ejercicio Físico y Salud, más interesado por la segunda parte que por la primera: "Ahí sí que hay una individualización, una estructura, un objetivo y un diagnóstico. La actividad física es una recomendación que hace cualquiera como dejar de fumar o salir a andar".
Su idea es hacer que las personas se muevan un mínimo de 30 minutos al día (a partir de los 18 años), aunque el efecto también sería mínimo sobre la salud si no se realiza algo más. Hay una relación de dosis-respuesta.
Entonces, argumenta Casajús, se debe realizar una prescripción de ejercicio físico como si fuera la de un medicamento. Pongamos un ejemplo de lo que intenta emular con los paréntesis de lo que sería la receta deportiva: recetamos un ibuprofeno (caminar) de 600 miligramos (3-5 kilómetros sin pendiente) tres veces al día cada ocho horas (cinco días a la semana) durante una semana (40 minutos por sesión durante tres meses).
Antes de eso, argumenta el experto en medicina deportiva, se debería hacer una valoración de la actividad física del paciente hasta utilizar herramientas sencillas, rápidas y eficaces para prescribir ejercicio físico en la dosis adecuada para la prevención y tratamiento de patologías crónicas. Por último, proporcionar un listado de programas, lugares y profesionales que ofrezcan al paciente la oportunidad de llevar a cabo la prescripción de ejercicio físico indicada. Pueden ser centros deportivos municipales, parques, centros hospitalarios...
"Logroño y La Rioja es un buen lugar para iniciar la chispa de crecimiento en el ejercicio físico: es llano, no muy grande…", relata, al tiempo que aconseja utilizar los avances tecnológicos para monitorizar, dirigir y dar resúmenes de la actividad realizada: "Hoy, todo el mundo tiene un smartphone".
Da igual la edad, su estilo de vida, peso… la actividad física disminuye la mortalidad en un 30%. A pesar de que pudiera haber una lesión corriendo, tiene más beneficios que desventajas. El problema en el deporte popular es cuando se entra en la intensidad. No hace falta mucha preparación para correr diez kilómetros, pero sí para hacerlos en 35 minutos”, concluye, rematando que los deportistas olímpicos son gente rara porque tienen otra genética: "No tienen que ver con el resto de la población. No hay que fijarse en ellos, aunque todavía no está marcada la dosis que pudiera ser tóxica. Lo que sí está claro es que hay un mínimo".